Memoria histórica

Los trabajos de exhumación de represaliados, a más de cinco metros de profundidad

María Martín, hija de una de las víctimas: “Estoy muy contenta de que ahora, a los 80 años de estar ahí como están, pueda estar con mi madre”

Unas doscientas personas se dieron cita en la calurosa tarde del sábado en el cementerio municipal de Manzanares en la charla-coloquio que el colectivo de Memoria Histórica de esta ciudad organizó junto a las dos fosas comunes que actualmente está exhumando la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, unas labores muy complejas dada la profundidad a la que se trabaja.

La inusual profundidad de las fosas comunes de extramuros en las que trabaja la ARMH desde el 17 de mayo ha obligado a comunicarlas y a utilizar técnicas mineras para apuntalar los taludes. En la fosa 1 se recuperan restos a casi seis metros de profundidad. Aquí ya se han exhumado a más de la mitad de las 21 víctimas del franquismo allí enterradas, mientras que en la otra fosa ya se han recuperado los restos de las otras once que había.

Esta exhumación está evidenciando el carácter inhumano de las ejecuciones que se llevaron a cabo entre 1939 y 1940 en Manzanares. A cinco metros de profundidad se han localizado tres cuerpos en posición fetal. “Se podría pensar que fueron ejecutados a pie de fosa y que en el interior de la fosa estaban aún con vida”, explicó José Luis de Gracia, del colectivo Memoria Histórica Manzanares.

A esa profundidad también han aparecido balas impactadas desde la superficie contra la fosa. Un experto en balística de la ARMH también ha localizado y señalizado los restos de munición utilizados para fusilar a los represaliados junto al muro que separaba esta zona del resto del cementerio y que fue demolido, ya en democracia.

Todos estos detalles fueron explicados por miembros de esta asociación en la charla-coloquio que se organizó en la tarde del sábado y a la que acudieron numerosas personas, muchas de ellas familiares de las víctimas que ahora se exhuman. María Martín Peñuelas tenía 10 años cuando en 1940 mataron a su padre, Francisco Martín Alcarazo, del Partido Socialista. Fue denunciado por la familia de otro hombre al que ayudó y escondió para que no lo mataran. María agradece ahora poder enterrar a su padre junto a su madre. “Esto lo hemos estado pidiendo siempre, que fueran reconocidos. Estoy muy contenta de que ahora, a los 80 años de estar ahí como están, pueda estar con mi madre y mi hermano”, declaró emocionada.

Junto a las fosas, fotografías de algunas de las víctimas y poemas de sus familias acompañaron en este acto un trabajo artístico elaborado por Lucía Gómez Soler, una estudiante madrileña, bisnieta de una víctima enterrada en Extremadura, que ha basado su Trabajo de Fin de Grado (TFG) en las fosas comunes de Manzanares. Frente al manto de silencio que ha habido todos estos años, presenta un manto lleno de nombres y de flores, tantas como las 288 víctimas aquí enterradas. “Utilizo la flor como elemento activador de la memoria y por la acción interrumpida de no poder llevar una flor a la tumba”, explicó.

Durante este acto, el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva, lamentó que tras 45 años de democracia aún no sea el Estado el que atienda a estas víctimas, que tengan que buscarlas por su cuenta sus familias o que las asociaciones que trabajan para ello tengan que competir por recibir ayudas. Debido a esta discrepancia con los diferentes gobiernos democráticos, la ARMH no acepta subvenciones y realiza su labor con voluntarios y gracias a las aportaciones de sus socios.