Manzanares celebró el pasado sábado la trigésima edición de la Muestra de Encaje de Bolillos, un clásico en la programación de las fiestas patronales, que congregó a un centenar de aficionadas a esta labor artesanal. Esta cita, que se ha consolidado como una tradición en el calendario, llenó la calle Empedrada de arte y espíritu de convivencia.
El inconfundible y característico sonido de los bolillos volvió a resonar en la calle Empedrada en la mañana del pasado sábado. La Muestra de Encaje de Bolillos ‘Ciudad de Manzanares’ no faltó a su cita con las fiestas patronales en su trigésima edición para ofrecer una exhibición de esta arraigada técnica artesanal. Tal y como se pudo comprobar, se confeccionan creaciones de todo tipo, desde puntillas para ropa de cama o toallas, abanicos, pañuelos, tocados, etc. Algunas de ellas, elaboradas de manera muy especial.
La cita reunió a un centenar de participantes tanto locales como procedentes de otros puntos de nuestro entorno como: Membrilla, Villarrubia, Argamasilla de Alba, Tomelloso o Miguelturra, así como de la Las Pedroñeras, Móstoles, Madrid, Cuenca o Benicasim (Castellón). Convirtiéndose, como cada año, en un punto de encuentro que no sólo sirve para preservar este ancestral arte, sino que también proporciona muchos beneficios.
La muestra cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Manzanares, representado en esta jornada por Laura Carrillo, Candi Sevilla y Paqui de la Cruz. Carrillo, que agradeció el esfuerzo de las cuatro asociaciones locales que lo organizan: la Asociación de Encajeras Encrucijada de La Mancha, la Asociación de Amas de Casa, la Asociación Vecinal del Barrio del Río y la Asociación Filigrana Amig@s del Encaje, recalcó que este evento es una “cita obligada y una tradición” que goza de muy buena acogida año tras año. Dolores Arias, de la Asociación Encrucijada de La Mancha, destacó que el objetivo principal de estos encuentros es “mantener viva la tradición y evitar que se pierda”.
La XXX Muestra de Encaje de Bolillos de Manzanares confirma así su papel como punto de encuentro y motor para la conservación de esta valiosa tradición a la que, por cierto, aún le faltan adeptos masculinos y gente joven que desde la organización esperan “se vaya sumando poco a poco”.
