Nuevo libro

Antonio Bermúdez y Teodoro Sánchez-Migallón presentan ‘Bodegas emblemáticas de Manzanares. 1900-1936’

Incluye más de cincuenta fichas de las principales bodegas que convirtieron a esta ciudad “en un centro vitivinícola de primer orden”

Manzanares cuenta con un detallado y minucioso estudio sobre su potente pasado bodeguero en el primer tercio del siglo XX, cuando esta ciudad se convirtió “en un centro vitivinícola de primer orden”. Así lo afirman los autores del libro ‘Bodegas emblemáticas de Manzanares. 1900-1936’, en el que Antonio Bermúdez y Teodoro Sánchez-Migallón Jiménez han invertido dos años de trabajo.

En un “paritorio de vinos” como son las instalaciones de la cooperativa ‘Jesús del Perdón’, el pasado 16 de octubre vio la luz el último trabajo sobre el pasado de Manzanares realizado por el investigador de la historia local Antonio Bermúdez García-Moreno junto al arquitecto y presidente de la asociación ‘El Zaque’, Teodoro Sánchez-Migallón Jiménez, que han realizado un minucioso trabajo sobre las bodegas más importantes que hubo en la ciudad en las tres primeras décadas del pasado siglo.

Con la ilusión de que próximamente pueda celebrarse su presentación en un acto abierto al público, Bermúdez y Sánchez-Migallón alumbraron su libro en un reducido evento al que asistió el concejal de Cultura, Candi Sevilla, y en el que el presidente de la cooperativa ‘Jesús del Perdón’, Felipe Rodríguez, destacó la colaboración que la entidad tiene con distintos ámbitos de la ciudad, como la cultura y el deporte.

Bodegas emblemáticas de Manzanares, que puede adquirirse directamente a los autores o en la tienda de la cooperativa ‘Jesús del Perdón’, es según Antonio Bermúdez un homenaje y reconocimiento a quienes hicieron de esta ciudad uno de los centros vitivinícolas más importantes “que sigue manteniendo intacta su alma de vino”.

También hizo extensivo el recuerdo a los obreros cuyo trabajo hizo posible esa realidad, nada fácil de investigar pues, a pesar de los centenares de bodegas que había en Manzanares en el salto del siglo XIX al XX, ha quedado “poquísima huella”, ni documental ni arquitectónica.

Bermúdez y Sánchez-Migallón explicaron su metodología de trabajo, con los libros de contribución y matrícula industrial del archivo municipal y los anuarios de industria y comercio de la Biblioteca Nacional como principales fuentes. Con más de 400 bodegas, delimitaron su investigación a las que tuvieron más capacidad -aforo superior a 18.000 arrobas- y relevancia comercializadora entre 1900 y 1936.

En las 55 fichas que presenta el libro, junto a artículos de los autores que contextualizan el momento, figuran también datos técnicos, fechas, tipos de productos elaborados, marcas, premios conseguidos, anécdotas y otras curiosidades fruto de un laborioso y exhaustivo análisis de todo cuanto se publicó en la prensa o figura en el Archivo Histórico Provincial. También se ha trabajado, para datos biográficos, con el archivo parroquial y el registro civil.

Los autores agradecieron aportaciones y trabajos de investigación previos de historiadores como Julián Granados y Juan de Ávila Gijón, o las de investigadores de otros municipios de donde procedían algunos de los industriales que tuvieron bodegas en Manzanares en la época estudiada, en la que el cultivo de la vid tuvo gran rentabilidad debido a plagas como la de la filoxera en Francia y a la demanda de alcoholes desde los países beligerantes en la Primera Guerra Mundial.

La bodega ‘La Montaña’, donde hoy está el supermercado ‘La Despensa’, fue una de las más importantes de la época, junto a la de Jiménez y Lamothe que luego compraron los marqueses de Larios. También lo fue la de Agustín Serrano, con gran diversificación de productos y cuyo vino de misa llegaba al Vaticano. Son algunos ejemplos de las más de cincuenta bodegas “emblemáticas” que encontramos en este interesante trabajo que, como dicen los autores, daría para más publicaciones con el resto de bodegas de menor tamaño.