El Molino Grande se une a los recursos manzanareños para mostrar una faceta más de la historia local, y el resultado del trabajo en los campos. Así lo presento el alcalde de Manzanares, Julián Nieva, durante el acto inaugural que primero tuvo una visita teatralizada por las instalaciones para presentar su contenido, de la que disfrutaron decenas de personas representantes de asociaciones locales, el tejido empresarial y la Corporación Municipal, entre otros.
En el Molino Grande, sus visitantes pueden ver reflejado el duro trabajo que implica esta profesión, aperos de labranza como los que usaban los abuelos o padres de las generaciones más jóvenes de ahora, quienes podrán también aprender términos de antaño y de la agricultura como celemín, maquila, carro de varas, trilla, aventadora, o descubrir las piedras de moler, «solera y volandera» o la« limpia».
El Molino Grande, para el regidor municipal, es un viaje al pasado vinculado a la propia necesidad del ser humano de moler el grano y cocinar alimentos; está íntimamente vinculado con el río Azuer, donde la población de entonces también se bañaba, lavaba, paseaba o pescaba. El agua del Azuer regaba las huertas que abastecían el mercado, que primero se ubicó en la plaza y después en San Antón, hasta que se construyó el actual Mercado de Abastos.
La Orden de Calatrava fue quién realizó el desvío en el que se ubica el Molino Grande para aprovechar mejor el caudal; la ‘madre nueva’ abastecía otros molinos como el Molino Chico, el Molino Carnicero o el Molino de Don Blas; todos ellos “marcaron en gran manera la vida de los habitantes de esta tierra, ‘la tierra de pan llevar’, destinada al cultivo de cereales como el trigo, la cebada o la almorta”.
El Molino Grande fue construido hace quinientos años atendiendo a Las Relaciones Topográficas de Felipe II en 1575, que mencionan que en el arroyo “Azuel hay molinos que muelen de invierno”. El plano de Esteban de Perola constituye la primera referencia gráfica explícita sobre el Molino Grande, del cual hay una reproducción en su interior. En el siglo XX cambió su fisionomía para añadir estancias y una nueva piedra de moler, adaptándose así a los nuevos tiempos gracias a la labor de la familia López Villalta, “que ha trabajado desde principios del siglo XX, cuando era propiedad del Marqués de Salinas. Y aunque se construyó como molino de agua en el siglo XVI, Alfonso, su último molinero, vio la necesidad de incorporar una piedra que se moviera con electricidad”. Estas palabras del regidor manzanareño provocaron el aplauso homenaje para la familia del último molinero, presente en la inauguración. Así nació el molino de verano, que junto al de invierno, finalizarían su actividad en 1975.
Un molino lleno de contenido donado por el pueblo
Durante su discurso inaugural, el alcalde de Manzanares, Julián Nieva, tuvo palabras de agradecimiento para todas las personas que han hecho posible su puesta en marcha. Desde el escultor Juan Antonio Giraldo, quién fue su último propietario y donó el edificio al Ayuntamiento de Manzanares en 2011, pasando por la Red Eléctrica Española que colaboró económicamente. También han contribuido personas como Milagros García Torres, Donato Camacho y la familia Menano, Silvia Muñoz, empresas locales, y el personal de turismo y museos del Consistorio manzanareño. A todos ellos, el primer edil les agradeció “haber aportado lo mejor de sí mismos”.
El proyecto se inició con el anterior gobierno de Antonio López de la Manzanara, tal y como señaló Julián Nieva, pero para el alcalde “las cosas que tienen sentido para Manzanares, y son buenas, no se deben paralizar porque las haya iniciado otra persona”. Ha sido durante la presente legislatura cuando se han realizado las labores de musealización del Molino Grande.
El turismo en Manzanares
Los últimos datos de turismo recogidos en la localidad apuntan un aumento de visitantes que asciende hasta casi los 10.000 del pasado año en el Museo del Queso, dato al que ha contribuido la inauguración del Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías, inaugurado en el mes de febrero.
También crece el número de visitantes al Museo Manuel Piña en un 80% durante el primer trimestre del año tras la puesta de largo hecha en FITUR, y el dato global de turismo en Manzanares que llega hasta las 7.100 personas, 1.500 más que el año anterior.
“Tenemos que hacer que los viajeros se detengan, paren en manzanares, compren queso en Manzanares, consuman, coman… tenemos que conseguirlo con el trabajo de todos, y desde ese punto de vista me siento enormemente satisfecho y orgulloso porque incorporamos un nuevo recurso para ello”, concluyó Nieva.