Juan Ortega y Carlos Aranda abrieron la puerta grande de la plaza de toros de Manzanares en la corrida de feria del sábado. El de Sevilla cuajó dos sensacionales faenas con las que desorejó a tercero y quinto. El de Daimiel, cortó un apéndice en el toro de su alternativa y dos en el que cerró plaza. Morante de la Puebla, bien en su primero, al que cortó una oreja, despachó rápido al cuarto y fue abroncado.
El festejo grande de la feria de Manzanares tenía todos los ingredientes y no dejó a nadie indiferente. Logró una de las mejores entradas de los últimos años en la histórica plaza manzanareña, a la que volvía Morante de la Puebla 22 años después. Y lo hizo con su aura de máxima figura y de torero de antaño, que no dudó en fumarse el puro que le regaló un aficionado antes de hacer el paseíllo con un precioso terno gris perla y azabache y con una montera del corte de las que pintaba Goya.
Y Morante fue protagonista, porque apadrinó a Carlos Aranda en su alternativa, porque estuvo muy por encima de su primer toro, el colorao al que, aunque sin continuidad, dio capotazos y muletazos marca de la casa que arrancaron olés de peso; y porque decidió pasaportar pronto al cuarto y fue muy abroncado por la mayoría del público. En su primero cortó una oreja tras certera estocada; pero a su segundo, tras dos primeros tercios sin orden alguno, lo despachó rápido y de manera poco ortodoxa. Una parte de la afición lo entendió pero la mayoría del público se lo reprochó con una sonora pitada que se repitió cuando el de la Puebla del Río abandonó el coso.
Todo lo contrario que Juan Ortega. El sevillano demostró su gran momento y dejó un toreo de muchos quilates que eclipsó todo lo demás. De verde botella y azabache, escuchó el rugir de la plaza al capotear al tercero bis. Al toro, que recortó la embestida por el derecho, lo manejó magistralmente, muy despacio, y con templados naturales. Estocada entera tras un pinchazo que no le impidió la recompensa de las dos orejas que concedió Felipe Jerez desde el palco. Con el quinto, igual de bien. A la verónica frenó las fuertes embestidas del astado, al que llevó al caballo con estéticas chicuelinas. Con la franela, clavó los pies en el albero y toreó entre olés al ritmo de ‘Nerva’ en otra faena para recordar. Estocada entera y grito unánime de “¡torero, torero!”. Dos orejas más al esportillo.
Y no menos protagonista fue el toricantano Carlos Aranda, de blanco y oro. Como tal, le tocó abrir plaza con ‘Aldeanito’, el toro de su alternativa, que recibió de manos de Morante de la Puebla con Ortega como testigo. Demostró muchas ganas con el capote y con la muleta ligó varias tandas que fueron a más y resonaron en los tendidos, sobre todo por el pitón izquierdo. Entendió muy bien los terrenos del animal y mató de pinchazo hondo para cortar su primera oreja como matador. Pasadas las diez de la noche lidió al sexto, que brindó al empresario Manuel Amador tras hacer lo propio a su familia con el que se doctoró. Sin nada que rascar del primer tercio y tras los últimos pares de banderillas de la carrera de Valentín Cuevas, Aranda salió hacia los medios, rodilla en tierra. Hilvanó una faena muy plástica a la que le faltó una embestida más larga. El nuevo matador tiró de alarde, desplante incluido, y tras torear en los medios logró una casi entera pero efectiva estocada. El respetable le premió con dos orejas para acompañar por la puerta grande a Juan Ortega.
Carlos Aranda se convirtió en el sexto torero en tomar la alternativa en la plaza de Manzanares tras José Blanco ‘Blanquito’ (1921), Sergio Díaz (1961), Gabriel de la Casa (1967), Juan José (1968) y Emilio Huertas (2013). Pronto una cerámica recogerá esta efeméride en el patio de cuadrillas. El festejo del sábado también sirvió para que el excelente subalterno manchego Valentín Cuevas, que acompañó a Aranda, se cortara la coleta tras una dilatada trayectoria. Buena corrida en general de Castillejo de Huebra, con vuelta en el arrastre para el quinto. El tercero fue devuelto a los corrales por cojera y el sexto fue de José Manuel Sánchez.